POEMAS - IV



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He decidido abrir en mi blog un espacio dedicado a los poemas que más me han impactado a lo largo de los años; los que para mí son "poemas geniales", digan lo que digan críticos y entendidos.

No tienen ningún tipo de orden; no están colocados ni por preferencias, ni por títulos, ni por autores... simplemente al azar, para que cada cual baje o suba por ellos a su antojo cada vez que le apetezca visitarlos.

ÍNDICE:

301. LOS DADOS ETERNOS (César Vallejo)
302. LOS PORTADORES DE SUEÑOS (Gioconda Belli)
303. MENOS TU VIENTRE (Miguel Hernández)
304. QUISE (Ángel González)
305. PAUSA DE SILENCIO (María Cristina Menares)
306. SONETO IX (Pablo Neruda)
307. EL DIOS TRISTE (Gabriela Mistral)
308. GUITARRA EN DUELO MAYOR (Nicolás Guillén)
309. EL POETA MURIÓ AL AMANECER (Raúl González Tuñón)
310. TALA (Julio Cortázar)
311. ¿DÓNDE ESTÁ DIOS? RESCATÉMOSLE... (León Felipe)
312. QUISIERA ESTAR SOLO EN EL SUR (Luis Cernuda)
313. SOLEDAD (Meira Delmar)
314. SONETO LLOVIENDO (José Ángel Buesa)
315. TIENES ROSTRO DE PIEDRA ESCULPIDA (Cesare Pavese)
316. EL DÍA SE HA IDO (Ángel González)
317. TELÉFONO (Cecilia Domínguez)
318. PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX (Antonio Machado)
319. NOCTURNO (Delmira Agustini)
320. RIMA XV (Gustavo Adolfo Bécquer)
321. VUELO (Sergio Hernández)
322. EL SOÑADOR DESCALZO (David Escobar Galindo)
323. LA MALETA (Pedro Lezcano)
324. SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA (Rafael Alberti)
325. DAME TU OSCURA HOSTIA (León Felipe)
326. EL POETA PIDE A SU AMOR... (Federico García Lorca)
327. ENTRE TANTOS QUEHACERES (Tadeus Rosewicz)
328. MECEDORA VIEJA (Luis Feria)
329. UN LÁPIZ (Alfonsina Storni)
330. LA ÓRBITA DEL AGUA (Andrés Eloy Blanco)
331. DICHA DE LA MEDITACIÓN (Li Yen Nien)
332. LAS DOS MUÑECAS (José Ángel Buesa)
333. PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ (Ángel González)
334. TEST (Nicanor Parra)
335. AUTOBIOGRAFÍA (José Agustín Goytisolo)
336. ALONDRA DE LA AMAPOLA RAPTADA (Pedro García Cabrera)
337. HAGAMOS UN TRATO (Mario Benedetti)
338. LA HIGUERA (Juana de Ibarbouru)
339. ORACIÓN EN COLUMBIA UNIVERSITY (José Hierro)
340. PALABRAS PARA JULIA (José Agustín Goytisolo)
341. RECUERDO INFANTIL (Antonio Machado)
342. QUERER MORIR (Ángeles Ambers)
343. ¿CÓMO SERÉ...? (Ángel González)
344. CAE LA TARDE (Li-Po)
345. ELEGÍA POR UNA VIEJA CRIADA (Félix Casanova de Ayala)
346. MORIR ES RETIRARSE, HACERSE A UN LADO (Jaime Sabines)
347. MARGARITA, ESTÁ LINDA LA MAR (Rubén Darío)
348. PLENOS PODERES (Pablo Neruda)
349. CANCIÓN PARA DESPERTAR A UN NEGRITO (Nicolás Guillén)
350. VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS... (Cesare Pavese)
351. ALONDRA DE LOS DOS GATOS (Pedro García Cabrera)
352. PROVERBIOS Y CANTARES XXXV (Antonio Machado)
353. SIRENA (Claudia Lars)
354. CANCIÓN DEL PIRATA (José de Espronceda)
355. VERSOS SOBRE LOS GUANCHES (Cairasco de Figueroa)
356. CANCIÓN AL VIENTO (Mollie Perea Guzmán)
357. INSTRUCCIÓN (Alfonso Costafreda)
358. TERCIOPELO Y SEDA (Pino Betancor)
359. ¿ADÓNDE VA LA LUZ...? (Manuel Antonio Vázquez)
360. POEMA 13 (Pablo Neruda)
361. ALONDRA DEL NIÑO EXTRAVIADO (Pedro García Cabrera)
362. ATLÁNTICO (Juana de Ibarbouru)
363. EPIGRAMA (Ernesto Cardenal)
364. MUSEO (Pablo García Baena)
365. DONDE HABITE EL OLVIDO (Luis Cernuda)
366. DOS MEDITACIONES (Rosario Castellanos)
367. LA LLUVIA DE LOS SUEÑOS (José Maria Millares Sall)
368. CURRÍCULUM (Mario Benedetti)
369. ROMANCE DEL JÚCAR (Gerardo Diego)
370. ARTE POÉTICA (Jorge Luis Borges)
371. POEMA 14 (Pablo Neruda)
372. CANTO DEL CAMINAR (Cludio Rodríguez)
373. HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO (Mario Benedetti)
374. HERMANDAD (Octavio Paz)
375. CRINES (Josefina de la Torre)
376. VIEJO LOBO DE MAR (José Ángel Buesa)
377. SON COSAS CHIQUITAS (Eduardo Galeano)
378. LOS HOMBRES DEL NITRATO (Pablo Neruda)
379. COMO PÁJAROS PERDIDOS Jaime Sabines)
380. ENTRE IRSE Y QUEDARSE (Octavio Paz)
381. DESOLACIÓN (Gabriela Mistral)
382. BORDAS DE HIELO (César Vallejo)
383. LOS FUEGOS PRONUNCIADOS (Julio Vélez)
384. SANTORAL AGRESTE (Rafel Alberti)
385. COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE (Jorge Manrique)
386. SOBRE EL OLIVAR (Antonio Machado)
387. UNA MUJER DESNUDA Y EN LO OSCURO (Mario Benedetti)
388. LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE (Vicente Huidobro)
389. RIMA LIII (Gustavo Adolfo Bécquer)
390. EL GATO, EL LAGARTO Y EL GRILLO (Tomás de Iriarte)
391. YESTERDAY (Ana Rosetti)
392. HAY HOMBRES QUE NUNCA PARTIRÁN (Miguel Arteche)
393. TIEMPO DE AMOR (Luis Feria)
394. VIDA RETIRADA (Fray Luis de León)
395. PARA ENTONCES (Manuel Gutiérrez Nájera)
396. TRISTE FLOR (Francisco de Quevedo)
397. SI YO FUESE DIOS (Ángel González)
398. NO SÉ POR QUÉ PIENSAS TÚ (Nicolás Guillén)
399. TIGRE (William Blake)
400. ELEGÍA (José Mª Gabriel y Galán)


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301.
LOS DADOS ETERNOS


Para Manuel González Prada

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,
como en un condenado,
Dios mío, prenderás todas tus velas,
y jugaremos con el viejo dado...
Tal vez ¡oh jugador! al dar la suerte
del universo todo,
surgirán las ojeras de la Muerte,
como dos ases fúnebres de lodo.

Dios mío, y esta noche sorda, oscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.

César Vallejo


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302.
LOS PORTADORES DE SUEÑOS


En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
Sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo
los portadores de sueños,
atacados ferozmente por los portadores
de profecías habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos,
pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria
del paraíso es antigua
como el corazón del hombre.

Los acumuladores de riquezas les temían;
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños
todas las noches hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas,
que no sólo portaban sueños
sino que los multiplicaban
y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo
engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.
Los portadores de sueños
sobrevivieron a los climas gélidos
pero en los climas cálidos casi
parecían brotar por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules,
las lluvias torrenciales,
tuvieron algo que ver con esto.

La verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especímenes no dejaban de soñar
y de construir hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres
que se llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer,
se consolaban en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos,
se querían, se ayudaban en el arte
de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento.
De todas partes venían a impregnarse
de su aliento, de sus claras miradas.

Hacia todas partes salían los que habían conocido,
portando sueños que hablaban
de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar
en la hecatombe.
por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes
en sus discursos.
Son peligrosos - murmuraban los artífices
de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes
rotativas.
Hay que destruirlos - decían los presidentes
en sus discursos.
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices
de la guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban,
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian
las profecías
y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches
y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico
de sueños
que no pueden detener los traficantes
de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver.
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.
Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto,
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian
las profecías.

Gioconda Belli


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303.
MENOS TU VIENTRE


Menos tu vientre, todo es confuso;
menos tu vientre, todo es futuro,
fugaz, pasado, baldío y turbio.

Menos tu vientre, todo es oculto;
menos tu vientre, todo inseguro,
todo postrero, polvo sin mundo.

Menos tu vientre, todo es oscuro;
menos tu vientre, claro y profundo.

Miguel Hernández


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304.
 QUISE

 

A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos,
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

Ángel González


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305.
PAUSA DE SILENCIO


Como nieve que sobra a una magnolia
me circunda el silencio.

Claro espacio sin campanas ni ríos
bajo un cielo de mudos ángeles
y aletargado ecos.

Como luz desprendida de una fosforescencia
o acaso como un círculo de increibles destellos.

Traslúcido silencio
 que me aisla en perfecto abandono
hasta llegar a percibir las alas que la noche no tiene.

María Cristina Menares


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306.
SONETO IX


El golpe de la ola contra la piedra indócil
la claridad estalla y establece su rosa
y el círculo del mar se reduce a un racimo,
a una sola gota de sal azul que cae.

Oh radiante magnolia desatada en la espuma,
magnética viajera cuya muerte florece
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada:
sal rota, deslumbrante movimiento marino.

Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio,
mientras destruye el mar sus constantes estatuas
y derrumba sus torres de arrebato y blancura,

porque en la trama de estos tejidos invisibles
del agua desbocada, de la incesante arena,
sostenemos la única y acosada ternura.

Pablo Neruda


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307.
EL DIOS TRISTE


Mirando la alameda, de otoño lacerada,
la alameda profunda de vejez amarilla,
como cuando camino por la hierba segada
busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.

Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto
por la alameda de oro y de rojez yo siento
un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto
¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!

Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte
Señor, al que cantara de locura embriagada,
no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte
tiene la mano laxa, la mejilla cansada.

Se oye en su corazón un rumor de alameda
de otoño: el desgajarse de la suma tristeza;
su mirada hacia mí como lágrima rueda
y esa mirada mustia me inclina la cabeza.

Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,
plegaria que del polvo del mundo no ha subido:
"Padre, nada te pido, pues te miro a la frente
y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido."

Gabriela Mistral


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308.
GUITARRA EN DUELO MAYOR 

I

Soldadito de Bolivia,
soldadito boliviano,
armado vas con tu rifle,
que es un rifle americano,
soldadito de Bolivia,
que es un rifle americano.

II

Te lo dio el señor Barrientos,
soldadito boliviano,
regalo de mister Johnson,
para matar a tu hermano,
para matar a tu hermano,
soldadito de Bolivia,
para matar a tu hermano.

III

¿No sabes quien es el muerto,
soldadito boliviano?
El muerto es el Che Guevarra,
y era argentino y cubano,
soldadito de Bolivia,
y era argentino y cubano.

IV

El fue tu mejor amigo,
soldadito boliviano,
el fue tu amigo de a pobre
del Oriente al altiplano,
del Oriente al altiplano,
soldadito de Bolivia,
del Oriente al altiplano.

V

Esta mi guitarra entera,
soldadito boliviano,
de luto, pero no llora,
aunque llorar es humano,
aunque llorar es humano,
soldadito de Bolivia,
aunque llorar es humano.

VI

No llora porque la hora,
soldadito boliviano,
no es de lagrima y pañuelo,
sino de machete en mano,
sino de machete en mano,
soldadito de Bolivia,
sino de machete en mano.

VII

Con el cobre que te paga,
soldadito boliviano,
que te vendes, que te compra,
es lo que piensa el tirano,
es lo que piensa el tirano,
soldadito de Bolivia,
es lo que piensa el tirano.

VIII

Despierta, que ya es de día,
soldadito boliviano,
esta en pie ya todo mundo,
porque el sol salió temprano,
porque el sol salió temprano,
soldadito de Bolivia,
porque el sol salió temprano.

IX

Coge el camino derecho,
soldadito boliviano;
no es siempre camino fácil,
no es fácil siempre ni llano,
no es fácil siempre ni llano,
soldadito de Bolivia,
no es fácil siempre ni llano.

X

Pero aprenderás seguro,
soldadito boliviano,
que a un hermano no se mata,
que no se mata a un hermano,
que no se mata a un hermano,
soldadito de Bolivia,
que no se mata a un hermano.

Nicolás Guillén


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309.
EL POETA MURIÓ AL AMANECER


Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.
Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.
Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

Raúl González Tuñón


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310.
TALA

 

Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem, estos labios que saben
todas la tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve
esa manera de sentir. Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas
donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,
déjeme como un hueco, o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga
la generosidad de Dios, ese boy-scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado 
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.

 Julio Cortázar


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311.
¿DÓNDE ESTÁ DIOS? RESCATÉMOSLE DE LAS TINIEBLAS


Dios que lo sabe todo
es un ingenuo
y ahora está secuestrado
por unos arzobispos bandoleros
que le hacen decir desde la radio
«Hello! Hello! Estoy aquí con ellos».
Mas no quiere decir que está a su lado
sino que está allí prisionero.
Dice dónde está, nada más,
para que nosotros lo sepamos
y para que nosotros lo salvemos.

León Felipe


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312.
QUISIERA ESTAR SOLO EN EL SUR


Quizá mis lentos ojos no verán más el sur
de ligeros paisajes dormidos en el aire,
con cuerpos a la sombra de ramas como flores
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta,
y esa voz no se extingue como pájaro muerto;
hacia el mar encamina sus deseos amargos
abriendo un eco débil que vive lentamente.

En el sur tan distante quiero estar confundido.
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta;
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento.
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.

Luis Cernuda


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313.
SOLEDAD
 

(Del libro Alba de olvido)

 Nada iguala esta dicha
de sentirme tan sola
en mitad de la tarde
y en mitad del trigal;
bajo el cielo de estío,
y en los brazos del viento,
soy una espiga más.
 
Nada tengo en el alma.

Ni una pena pequeña,
ni un recuerdo lejano
que me hiciera soñar...
Sólo tengo esta dicha
de estar sola en la tarde
¡con la tarde no más!
 
Un silencio muy largo
va cayendo en el trigo,
porque ya el sol se aleja
y ya el viento se va;
¡quién me diera por siempre
esta dicha indecible
de ser, sola y serena,
un milagro de paz!

Meira Delmar


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314.
SONETO LLOVIENDO



No hace falta que llueva como llueve este día,
y, sin embargo, llueve desde el amanecer.
Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?
Si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?

Llueve obstinadamente y en la calle vacía
las gotas de la lluvia son pasos de mujer.
Pero cierro los ojos y llueve todavía,
y al abrirlos de nuevo no deja de llover.

Yo sé que no hace falta que llueva, pero llueve.
Y recuerdo una tarde maravillosa y breve,
que fue maravillosa porque llovía así...

Y es tan triste, tan triste, la lluvia en mi ventana,
que casi me pregunto, dulce amiga lejana,
si no estará lloviendo para que piense en ti.

José Ángel Buesa


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315.
TIENES ROSTRO DE PIEDRA ESCULPIDA

  

Tienes rostro de piedra esculpida,
sangre de tierra dura,
viniste del mar.
Todo lo acoges y escudriñas
y rechazas
como el mar. En el corazón
tienes silencio, tienes palabras
engullidas. Eres oscura.
para ti el alba es silencio.

Y eres como las voces
de la tierra  —el choque
del cubo en el pozo,
la canción del fuego,
la caída de una manzana;
las palabras resignadas
y tenebrosas sobre los umbrales,
el grito del niño—  las cosas
que nunca pasan.
Tú no cambias. Eres oscura.

Eres la bodega cerrada
con la tierra removida,
donde el niño entró
una vez, descalzo,
y que siempre recuerda.
Eres la habitación oscura
en la que se vuelve a pensar siempre,
como en el patio antiguo
donde nacía el alba.

Cesare Pavese


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316.
EL DÍA SE HA IDO


 

Ahora andará por otras tierras,
llevando lejos luces y esperanzas,
aventando bandadas de pájaros remotos,
y rumores, y voces, y campanas,
—ruidoso perro que menea la cola
y ladra ante las puertas entornadas.

(Entretanto, la noche, como un gato
sigiloso, entró por la ventana,
vio unos restos de luz pálida y fría,
y se bebió la última taza.)

Sí;
definitivamente el día se ha ido.
Mucho no se llevó (no trajo nada);
sólo un poco de tiempo entre los dientes,
un menguado rebaño de luces fatigadas.
Tampoco lo lloréis. Puntual e inquieto,
sin duda alguna, volverá mañana.
Ahuyentará a ese gato negro.
Ladrará hasta sacarme de la cama.

Pero no será igual. Será otro día.

Será otro perro de la misma raza.
 

Ángel González


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317.
TELÉFONO


Y te saben a nada,
confundidas la lágrimas
con metales ausentes.

No sabes
de la voz atrincherada,
de aquella herida pálida
que responde de lejos
con algunas preguntas sin orilla,
de ese viento
que surge del fondo de la risa
y atraviesa tus redes de horizontes
para encerrarse
lejos de tu sombra.

Y te cuelgas del ruido
sin mensajes,
abrazado a tu cuerpo
desnudo de palabras,
y te quedas dormido
sobre un disco
de números sin tiempo.


Cecilia Domínguez


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318.
PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX


Caminante, son tus huellas 
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Antonio Machado


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319.
NOCTURNO

 

Engarzado en la noche el lago de tu alma,
Diríase una tela de cristal y de calma
Tramada por las grandes arañas del desvelo

Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
Espejo de pureza que abrillantas los astros
Y reflejas la sima de la Vida en un cielo!…

Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
Voy manchando los lagos y remontando el vuelo.

Delmira Agustini


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320.
RIMA XV



Cendal flotante de leve bruma,
rizada cinta de blanca espuma,
rumor sonoro
de arpa de oro,
beso del aura, onda de luz:
eso eres tú.

Tú, sombra aérea, que cuantas veces
voy a tocarte te desvaneces
¡como la llama, como el sonido,
como la niebla, como el gemido
del lago azul!

En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
largo lamento
del ronco viento,
ansia perpetua de algo mejor,
¡eso soy yo!

Yo, que a tus ojos, en mi agonía,
los ojos vuelvo de noche y día;
yo, que incansable corro y demente
¡tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!.

Gustavo Adolfo Bécquer


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321.
VUELO



Quien no se haya tendido
bajo un bosque de pinos
frente al mar
y entregado a la tierra
jamás sabrá nada de si mismo
ni dónde está
y errados serán sus pasos
por bares y tabernas
porque nunca verá el sigiloso tránsito
de las constelaciones
que se desplazan fulgurantes
por los cielos altísimos.

Yo estoy ahora
bajo un bosque de pinos
junto al mar
y como todo es Dios
yo también soy Dios
y esta noche gobierno las galaxias
tendido y acodado
en uno de los polos de la pequeña tierra.

Deslumbrante es el bellísimo paisaje de los universos.

Ahora los pinos han dejado de rezar
y entonan solemnes cantos gregorianos.

Yo estoy en Dichato (Chile).

Sergio Hernández


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322.
EL SOÑADOR DESCALZO


Soñé que era feliz. ¿ Quién no ha soñado
con ese golpe audaz de meteoro
que en el alma hace arder su punta de oro,
fiera luz de un milagro indescifrado?
O soñé que lo era, derramado
-miel secreta manando cada poro
sobre otra playa del vivir que añoro,
con añoranza de dulzor volcado.
Soñé..., pero soñar no es suficiente;
es preciso morder la luz que miente,
y tragar su ignominia fen'orosa.
Para que de la sangre en el torrente
-igual que en el pantano de la mente perdure-
el eco de la herida rosa.

David Escobar Galindo
 
 
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323.
LA MALETA


Yo tengo preparada la maleta,
una maleta grande de madera,
la que mi abuelo se llevó a la Habana,
mi padre a Venezuela.
La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa casi nueva,
la tengo ya cerrada y, rodeándola,
un hilo de pitera,
ha servido de todo: como banco
de viajar en cubierta,
como mesa y, si me apuran mucho,
como ataúd me han de enterrar en ella.
Yo no sé donde voy a echar raíces,
ya las eché en la aldea,
dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de mi vieja,
¡La hostelería es buena! – me dijeron,
y cogí la bandeja,
“si señor, no señor, lo que usted mande,
servida está la mesa”...
yo por vivir entre los míos
hago lo que sea.
Vi a las mujeres pálidas del norte
arrebatarse como hogueras,
y llevarse las caras como platos
de mojo con morena,
tanto que aquí no dejan ni rubor
para tener vergüenza.
Vi vender nuestras costas en negocios
que no hay quien los entienda:
vendía un alemán, compraba un sueco
¡y lo que se vendía era mi tierra!
Pero no importa, me quedé plantado,
aquí nací, de aquí nadie me echa,
hasta que el otro día lo he sabido,
y he vuelto a hacer de nuevo la maleta,
he sabido que pronto vendrán de afuera,
técnicos de alambrar los horizontes,
de encadenar la arena,
de hacer nidos de muerte en nuestras fincas,
de emponzoñar el aire y la marea,
de cambiar nuestros timples por tambores,
las isas por arengas,
las palabras de amor por ultimátums,
por tumbas las acequias...
Si se instalan los técnicos del odio
sobre nuestras laderas,
los niños africanos, desvelados
bajo la lona de sus tiendas,
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte y nuestra muerte
indefectiblemente se proyectan.
Yo por mi parte cojo la maleta
que el viejo se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas
¡qué valientes barquillas atuneras!
tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan,
vayan donde vayan siempre avanzan,
¿quién dijo popa? ¡avante a toda vela!
... y yo, ¿voy a marcharme acaso reculando?
¿voy a dejar que crezca
sobre la tierra mía
toda la mala hierba?
¿voy a volver la espalda
al forastero que vendrá con sus máquinas de guerra
a ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias?
Pensándolo mejor voy a sacar
de mi vieja maleta el libro, la batea...
voy a pintar y a barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva
y con ella vacía me acercaré a la Isleta,
y al primer forastero de la muerte,
que llegue a pisar tierra
se la regalo para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva
¡no quiero más maletas en la historia
de la insular miseria!
Ellos, ellos, ellos,
que cojan la maleta,
los invasores de la paz canaria,
que cojan la maleta,
los que venden la tierra que no es suya,
los que ponen la muerte en el futuro,
que cojan la maleta,
los que ponen cemento en el futuro,
que cojan la maleta,
que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta.

 
Pedro Lezcano


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324.
SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA

 

Si mi voz muriera en tierra
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadla al nivel del mar
y nombardla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!

Rafael Alberti


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325.
DAME TU OSCURA HOSTIA


No te apiades de mí, luz cenicienta.
Dame tu oscura hostia, tu último pan...
Un sueño sin retorno y sin recuerdo.
Déjame hundirme en ese pozo negro,
más abajo del limo y de la larva...
Donde la vida es un fantasma verde
que nadie vio jamás.

León Felipe


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326.
EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA


Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

Federico García Lorca


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327.
ENTRE TANTOS QUEHACERES


“Entre tantos quehaceres
y tan urgentes
me olvidé
de que también es preciso morir


irresponsablemente
desatendí esa obligación
o la asumí de un modo superficial


a partir de mañana
todo cambiará


empezaré a morir cuidadosamente
con inteligencia y optimismo
sin perder un instante”

Tadeusz Rosewicz


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328.
MECEDORA VIEJA



Ruñidera, tú no me deshaucies
en las noches de insomnio; acógeme en tu enagua,
arrima más el anca, prenda mía.
Estamos a la par; nos runfla el vientre,
retrasa el corazón, la taba nos ratea,
la entrepierna siempre descansada.
¿Qué podemos hacer? ¿Echarnos linimento,
ungüento de Madrás,
aceitillo, mostaza, agua bendita?
Alcánzame la alcuza y el hisopo,
los parches sorvirginia, el formol y la lezna;
verás que remozón.
Un amor muy vicioso nos aguarda:
te trataré como a una cortesana;
tú, suavona, me arrastras más que un tango,
me dirás satisfecha: ah, que canela fina.


Luis Feria


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329.
UN LÁPIZ

 

Por diez centavos lo compré en la esquina
y vendiómelo un ángel desgarbado;
cuando a sacarle punta lo ponía
lo vi como un cañón pequeño y fuerte.
Saltó la mina que estallaba ideas
y otra vez despuntólo el ángel triste.
Salí con él y un rostro de alto bronce
lo arrió de mi memoria. Distraída
lo eché en el bolso entre pañuelos, cartas,
resecas flores, tubos colorantes,
billetes, papeletas y turrones.
Iba hacia no sé dónde y con violencia
me alzó cualquier vehículo, y golpeando
iba mi bolso con su bomba adentro.

Alfonsina Storni


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330.
LA ÓRBITA DEL AGUA


Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota de agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla da agua,
la mitad de lágrima de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de un ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el Río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana.

 Andrés Eloy Blanco


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  331.
DICHA DE LA MEDITACIÓN 


Lánguidamente, en brazos de la brisa
me llegan aromas de casias y de pinos.
El frío esplendor de la laguna
baña el pórtico del templo.
En la falda de la quietud
Sentado está el ermitaño
que vuela a mundos lejanos.
Para él todo sonido es silencio
y no hay nada más en absoluto.
Solo un frescor que todo lo penetra.

Li Yen Nien
(140 - 87 A.C.)


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332.
LAS DOS MUÑECAS


I

La nieta del mendigo suspira amargamente,
mojando con sus lágrimas la muñeca de trapo:
Sobre la falda humilde, como una cosa ausente,
la muñeca es ahora solamente un guiñapo.

Porque aquella mañana cruzo frente a su choza
un brillante cortejo, rumbo al palacio real,
y vio a una niña triste, que, en una áurea carroza,
llevaba una muñeca de marfil y cristal.

II

Y, en tanto, en el palacio del benévolo abuelo,
donde su ruego es orden y su capricho es ley,
con los húmedos ojos llenos de desconsuelo,
también llora la rubia nietecita del rey.

Y también su muñeca sin par es un harapo,
ya sin traje de oro ni cabellos de trigo,
pues la princesa ansía la muñeca de trapo
que tenía en su falda la nieta del mendigo.


José Ángel Buesa


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333.
PARA QUE YO ME LLAME ÁNGEL GONZÁLEZ


Para que yo me llame Ángel González,
para que mi ser pese sobre el suelo,
fue necesario un ancho espacio
y un largo tiempo:
hombres de todo el mar y toda tierra,
fértiles vientres de mujer, y cuerpos
y más cuerpos, fundiéndose incesantes
en otro cuerpo nuevo.
Solsticios y equinoccios alumbraron
con su cambiante luz, su vario cielo,
el viaje milenario de mi carne
trepando por los siglos y los huesos.
De su pasaje lento y doloroso
de su huida hasta el fin, sobreviviendo
naufragios, aferrándose
al último suspiro de los muertos,
yo no soy más que el resultado, el fruto,
lo que queda, podrido, entre los restos;
esto que veis aquí,
tan sólo esto:
un escombro tenaz, que se resiste
a su ruina, que lucha contra el viento,
que avanza por caminos que no llevan
a ningún sitio. El éxito
de todos los fracasos. La enloquecida
fuerza del desaliento...

Ángel González


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334.
TEST


Qué es un antipoeta:
un comerciante en urnas y ataúdes?
un sacerdote que no cree en nada?
un general que duda de sí mismo?
un vagabundo que se ríe de todo
hasta de la vejez y de la muerte?
un interlocutor de mal carácter?
un bailarín al borde del abismo?
un narciso que ama a todo el mundo?
un bromista sangriento
deliberadamente miserable?
un poeta que duerme en una silla?
un alquimista de los tiempos modernos?
un revolucionario de bolsillo?
un pequeño burgués?
un charlatán?

un dios?

un inocente?

un aldeano de Santiago de Chile?
Subraye la frase que considere correcta.

Qué es la antipoesía:
un temporal en una taza de té?
una mancha de nieve en una roca?
un azafate lleno de excrementos humanos
como lo cree el padre Salvatierra?
unespejo que dice la verdad?
un bofetón al rostro
del Presidente de la Sociedad de Escritores?
(Dios lo tenga en su santo reino)
una advertencia a los poetas jóvenes?
un ataúd a chorro?
un ataúd a fuerza centrífuga?
un ataúd a gas de parafina?
una capilla ardiente sin difunto?

Marque con una cruz
la definición que considere correcta.

Nicanor Parra


 ********************* 

335.
AUTOBIOGRAFÍA


Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío
no sirves para nada.

Después me fui al colegio
con pan y con adioses
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño
no sirves para nada.

Vino luego la guerra
la muerte -yo la vi-
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron
yo triste seguí oyendo:
no sirves para nada.

Y cuando me pusieron
los pantalones largos
la tristeza en seguida
cambió de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.

En la calle en las aulas
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.

De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo y era alegre:
no sirves para nada.

Ahora vivo con ella
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que a veces digo
también con alegría:
no sirves para nada.

José Agustín Goytisolo


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336.
ALONDRA DE LA AMAPOLA RAPTADA

A Rosita y Domingo


La señorita amapola,
bajo sombrilla de estío,
dormía siesta de laca
junto al real del camino.
Mientras, el viento rocaba
el acordeón del trigo.
Un pájaro muy lancero
desde una rama le dijo:
"Amapola, amapolita,
¿te quieres casar conmigo?"
Y la flor se puso roja
al oír tal desatino.
El pájaro descubría,
uno tras otro, sus trinos.
La amapola se apretaba
cada vez más el corpiño.
Dulces abejas de sangre
le zumbaban los pistilos
y su rubor le impedía
mirar de frente a los lirios.
Viéndola de amor madura,
todo su canto hecho filo,
en un rapto de rubíes
cortó la flor con el pico.
Le vieron subir volando
las altas nubes del frío
con todos los pedernales
del corazón encendidos.
Nadie pudo saber nunca
en qué lucero perdido
posó su carga de amor
el brillante pajarillo.
El girasol de la tarde,
desde su raíz de vidrio,
ve volar sobre los hombros
de sus arcos amarillos
el pájaro del recuerdo
con la amapola en el pico.
Y siempre que esto sucede,
el viento, su buen amigo,
hace sonar esmeraldas
al acordeón del trigo.


Pedro García Cabrera


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337.
HAGAMOS UN TRATO

 

Compañera
usted sabe 
que puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar
conmigo
si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo
pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.


Mario Benedetti


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338.
LA HIGUERA

 

Porque es áspera y fea, 
porque todas sus ramas son grises, 
yo le tengo piedad a la higuera. 

En mi quinta hay cien árboles bellos: 
ciruelos redondos,  
limoneros rectos 
y naranjos de brotes lustrosos. 

En las primaveras 
todos ellos se cubren de flores  
en torno a la higuera.  

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca  
de apretados capullos se visten...    

Por eso
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
 "Es la higuera el más bello  
de los árboles todos del huerto".  

Si ella escucha, 
si comprende el idioma que hablo,  
¡qué dulzura hará nido
en su alma sensible de árbol...!

Y, tal vez, a la noche,   
cuando el viento abanique su copa,  
embriagada de gozo, le cuente: 

 -¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

Juana de Ibarbourou


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339.
ORACIÓN EN COLUMBIA UNIVERSITY - FRAGMENTO 


...Bendito sea Dios que inventó la memoria
y que inventó el silencio de este lugar aséptico,
y las venas metálicas ocultas
en las que el agua espera
unas manos liberadoras que les devuelvan su canción.

Ahora sé que mi padre está vengado.

Mi padre, descolgado del olivo
pronuncia con mis labios las palabras totémicas,
y se estremece este recinto sagrado.

“Coño, joder, carajo, a lavarse la cara, hostias”.

Y abro los grifos, lavabos, duchas, retretes,
se desbordan las aguas que él soñaba
en la choza de adobe y paja,
cantan la gloria de la recuperación,
y mi padre navega por las aguas,
le provoco, gritándole desconsolado.

“¡Papá!”... “Mariconadas”, me contesta.
ahogado, recuperado,
navegante por los canales de oro,
vivo ya para siempre.

José Hierro
 

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340.
PALABRAS PARA JULIA


Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

José Agustín Goytisolo


*******************

341.
RECUERDO INFANTIL


Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Antonio Machado


*******************

342.
QUERER MORIR


Pensé la boca abierta de una vena
escupiendo la vida a borbotones;
pensé el pulso, frenando suavemente,
según se vaciaban sus embalses.
Pensé en mi paz, tomillo sin raíces,
ofreciendo un aroma anticipado;
pensé el cuarto menguante de mi vida,
en la órbita incierta de la nada.

Pensé días sembrados en lo inútil,
surco son tierra, arado sin su reja;
pensé vigilias con sabor a túnel,
sueños de flecha rota, sin su diana.
Pensé mucho lo poco que perdía
y adiviné lo mucho que ganaba.

Pero el torrente de color de hierro
sólo de ser pensado me arrastraba
y, de tanto pensar, fui tan cobarde
que no abrí los embalses libertarios
y me engañé, diciendo que vivía
ignorando el valor de esa palabra.

Ángeles Amber


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343.
¿CÓMO SERÉ...?

 

¿Cómo seré 
 cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
-prolongándome, vivo, hacia la muerte-
se pasarán de mano en mano
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.

Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.

Ángel González


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344.
CAE LA TARDE

 
Cae la tarde sobre el jardín del monasterio.
Por la ventana se ven los árboles difuminados por el crepúsculo.
Los leñadores vuelven a casa cantanto por los campos.
El cántico de los monjes, les responde desde el bosque.
Los pájaros acuden buscando los charcos de rocío ocultos en las flores .
Más allá de los bambúes, alguien toca la flauta.
Aún no soy viejo, pero esta vida de ermitaño ha cautivado mi corazón.

Li-Po
(701 - 762)



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345.
ELEGÍA POR UNA VIEJA CRIADA


Con las ocas y los zuecos
era el sueño más barato.
Un verano de pantana
me encendía en tu regazo.
En la boca de mi queso
una vieja hacía ganso,
una voz hacía mirlos
en el ojo de mi cuarto.
¡Ay mi casa la sin boca
la sin eco, muerta acaso!

Un fonil apenas justo
por el techo te destila,
con la malva luz de tarde
luz de rosa en la cocina.
No venías para verme
mis catorce sinfonías.
Sí con ola de amaranto,
tempestuosa, submarina.
Sin embargo las piraguas
se me entraban, me salían,
me bordaban todo el sueño
de rosetas de rejilla.

Félix Casanova de Ayala


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346.
MORIR ES RETIRARSE, HACERSE A UN LADO

 

Morir es retirarse, hacerse a un lado,
Ocultarse un momento, estarse quieto,
Pasar el aire de una orilla a nado
Y estar en todas partes en secreto. 
Morir es olvidar, ser olvidado,
Refugiarse desnudo en el discreto
Calor de Dios, y en su cerrado
Puño, crecer igual que un feto. 
Morir es encenderse bocabajo
Hacia el humo y el hueso y la caliza
Y hacerse tierra y tierra con trabajo. 
Apagarse es morir, lento y aprisa
Tomar la eternidad como a destajo
Y repartir el alma en la ceniza.

 
Jaime Sabines


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347.
MARGARITA, ESTÁ LINDA LA MAR - FRAGMENTO
 
 

A Margarita Debayle

Margarita, está linda la mar,
Y el viento
Lleva esencia sutil de azahar;
Yo siento
En el alma una alondra cantar:
Tu acento.
Margarita, te voy a contar
Un cuento.
Este era un rey que tenía
Un palacio de diamantes,
Una tienda hecha del día
Y un rebaño de elefantes,
Un kiosco de malaquita,
Un gran manto de tisú,
Y una gentil princesita,
Tan bonita
Margarita,
Tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
Vio una estrella aparecer;
La princesa era traviesa
Y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
Decorar un prendedor,
Con un verso y una perla,
Y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
Se parecen mucho a ti:
Cortan lirios, cortan rosas,
Cortan astros. Son así...
 
Rubén Darío


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348.
PLENOS PODERES



A puro sol escribo, a plena calle,
a pleno mar, en donde puedo canto,
sólo la noche errante me detiene
pero en su interrupción recojo espacio,
recojo sombra para mucho tiempo.
El trigo negro de la noche crece
mientras mis ojos miden la pradera
y así de sol a sol hago la llaves:
busco en la oscuridad las cerraduras
y voy abriendo al mar las puertas rotas
hasta llenar armarios con espuma.
Y no me canso de ir y de volver,
no me para la muerte con su piedra,
no me canso de ser y de no ser.
A veces me pregunto si de dónde,
si de padre o de madre o cordillera
heredé los deberes minerales,
los hilos de un océano encendido
y sé que sigo y sigo porque sigo
y canto porque canto y porque canto.
No tiene explicación lo que acontece
cuando cierro los ojos y circulo
como entre dos canales submarinos,
uno a morir me lleva en su ramaje
y el otro canta para que yo cante.

Así pues de no ser estoy compuesto
y como el mar asalta el arrecife
con cápsulas saladas de blancura
y retrata la piedra con la ola,
así lo que en la muerte me rodea
abre en mí la ventana de la vida
y en pleno paroxismo estoy durmiendo.
A plena luz camino por la sombra.

Pablo Neruda


*******************

349.
CANCIÓN DE CUNA PARA DESPERTAR A UN NEGRITO


Una paloma
cantando pasa:
—¡Upa, mi negro,
que el sol abrasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa;
ni el cocodrilo
ni la yaguaza,
ni la culebra,
ni la torcaza...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro,
que el sol abrasa!

Negrazo, venga
con su negraza.
¡Aire con aire,
que el sol abrasa!
Mire la gente,
llamando pasa;
gente en la calle,
gente en la plaza;
ya nadie queda
que esté en su casa...
Coco, cacao,
cacho, cachaza,
¡upa, mi negro
que el sol abrasa!

Negrón, negrito,
ciruela y pasa,
salga y despierte,
que el sol abrasa,
diga despierto
lo que le pasa...
¡Que muera el amo,
muera en la brasa!
Ya nadie duerme,
ni está en su casa:
¡coco, cacao,
cacho, cachaza,
upa, mi negro,
que el sol abrasa!

Nicolás Guillén


*******************

350.
VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS... 



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.

Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

Cesare Pavese


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351.
ALONDRA DE LOS DOS GATOS


El gato blanco asomóse a la luna del espejo
y vio surgir otro gato
de la arena del silencio.
Se acercó al cristal
despacio, como temiendo
que su guillotina de aire
fuera a partirlos por medio.
Pisaba muy de puntillas
y eran sus pasos tan lentos
cual si calzasen babuchas
de dormidos terciopelos.
Frente a rente se miraron
desde témpanos de hielo:
atril el uno del otro,
el uno del otro, asedio.
Sugerían un paisaje
de bambúes somnolientos
esperando la embestida
de unas zarpas en acecho.
Quebrada línea en los bordes,
vetas de azogue en el centro,
marcaban sus grandes ojos
los manónetros del miedo.
Sus madejas de resortes
en un instante se abrieron
y los lomos enarcaron
ágiles bielas de acero.
Sólo sus albos bigotes
permanecían serenos.
Y eran los dos tan iguales
en nombre, color y gestos,
que el de adentro salto fuera
y el de afuera cayó dentro.
Y ahora, yo ya no sé
cuál es el gato que tengo:
si es el que siempre he tenido
o el del fondo del espejo.


Pedro García Cabrera


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352.
PROVERBIOS Y CANTARES - XXXV


Hay dos modos de conciencia:
una es luz, y otra, paciencia.
Una estriba en alumbrar
un poquito el hondo mar;
otra, en hacer penitencia
con caña o red, y esperar
el pez, como pescador.
Dime tú. ¿Cuál es mejor?
¿Conciencia de visionario
que mira en el hondo acuario
peces vivos,
fugitivos,
que no se pueden pescar,
o esa maldita faena
de ir arrojando a la arena,
muertos, los peces del mar?


Antonio Machado


*******************

353.
SIRENA


Va sobre espuma alzada, casi en vuelo,
sin rozar el navío ni la roca
y la distancia abierta la provoca
un doloroso afán de agua y de cielo.

El canto suelto, desflecado el pelo,
de la tierra inocente, grave y loca;
encendidos los sueños y en la boca
la extraña sangre de una flor de hielo.

No es el tritón quien le transforma el pecho,
ni el querubín se inflama entre sus labios
para beber después llanto deshecho.

Un hombre, nada más... Con brazos sabios
la tiende sobre el peso de la tierra
y allí se arrastra dulcemente en guerra.

Claudia Lars


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354.
CANCIÓN DEL PIRATA


 Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Stambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo escapar;
Que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.»


José de Espronceda


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355.
VERSOS SOBRE LOS GUANCHES,
ESCRITOS PARA LA COMEDIA DEL "RECEBIMIENTO"
EN HONOR DEL OBISPO DE CANARIAS

DON FERNANDO DE RUEDA (SIGLO XVI)



Dejando los pináculos
y cavernas finítimas,
cual sátiros y faunos velocísimos,
con las lanzas por báculos,
descendieron a las playas marítimas:
Doramas, Adargomas valentísimos,
Bentagayres diestrísimos,
Maninidras selváticos,
Autindanas insólitos,
con otros sus acólitos,
que, dejando los bosques aromáticos,
en número milésimo,
vienen a resistir al dragón pésimo.

Bartolomé Cairasco de Figueroa


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356.
CANCIÓN AL VIENTO


Dicen que el viento tiene un alma clara.
Dicen que vuelve
buscando el lado sur de la distancia,
y afina su guitarra de campanas
con los grillos de octubre y las cigarras.

Y cuentan que en el incendio de un ocaso,
degollado en perfiles de montañas,
el alma se le llena
de duendes sorprendidos
en un temblor de luz de brisas altas,
buscando el límite de lo infinito
para hallar la raíz de la esperanza.

Cruza los cauces secos del silencio
atravesando fronteras,
apacentando aromas extasiados,
y descubre por fin, entre los bosques,
en laderas llovidas de hojas de oro,
donde tienen su reino las luciérnagas,
la ausencia de temores desplegada
en la oscura epidermis de la noche.

Dicen que el viento siente.
Siente y canta.
Y cuando el alba se acurruca,
en un tibio concurso de penumbras,
es un susurro oculto su vivencia
de vulnerada y frágil alegría,
entre los nidos y los caracoles
allá en el lado sur de la distancia.

Mollie Perea Guzmán


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357.
INSTRUCCIÓN


Y tú me preguntaste...
¿Qué hay en el centro de la tierra?
¿hay casas diminutas rodeadas de fuego
donde arden los niños desobedientes,
traviesos en la escuela?
Seis años, dulces, seis años dulces,
poblados ya de pútrida enseñanza.

Alfonso Costafreda


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358.
TERCIOPELO Y SEDA


De terciopelo y seda era su cuerpo,
pero no lo vio nadie.

Le enseñaron, ya desde muy pequeña,
a trabajar muy duro y no quejarse.
A levantarse al alba, blanca y fría,
a ser ave sin vuelo, flor sin aire.

Un día marchaba a la ciudad inmensa.
Allí conoce a un hombre, uno de tantos,
pequeño y arrogante.
Los hijos le vendrán sin desearlo,
sin desear a nadie.

Y seguirá cosiendo y cocinando.
Es su deber. No lo discute nadie.
La vida va pasando lentamente
detrás de los cristales.

La enseñaron a ser el pan que se cocina,
la mesa que se pone, la ceniza que arde,
y así vivió su triste y corta vida,
ignorada e ignorante
de todas las bellezas de la tierra.

Nunca de la pasión de los sentidos
le hablaron. De cómo un beso
puede encender elaire.
Y una sencilla, dulce melodía,
hasta el cielo elevarte.

Un día se durmió en la vieja mecedora.
Para siempre. Sin haber florecido.
Marchita ya la tez, marchita el alma.
Como tantas mujeres innombrables.

De terciopelo y seda fue su cuerpo
y no lo supo nadie.


Pino Betancor


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359.
¿ADÓNDE VA LA LUZ QUE SE DERRAMA?


¿Adónde va la luz que se derrama
por la copa celeste de la vida,
adónde va la sangre de la herida
que en medio de la noche nos reclama?

¿Adónde va la lumbre que se inflama
en su panal de aceite estremecida,
y adónde va la rosa prometida
que muere en el silencio, cruenta llama?

No sabemos la ruta del camino,
ni cómo el ave entíbiase en su trino,
ni del alma su última morada.

Corola en soledad nuestro desierto,
cansados de vagar sin rumbo cierto,
somos la esencia misma de la nada.

Manuel Antonio Vázquez

 
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360.
POEMA 13

He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando. 
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco. 
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

 
  Pablo Neruda


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361.
ALONDRA DEL NIÑO EXTRAVIADO
A Anatael García Cabrera


Que no, papi, que no es cierto
que yo me hubiera extraviado,
aunque tú te lo creyeras
y lo haya dicho la radio.
Consus pelos y señales
te diré lo que ha pasado:
estuve viendo las ranas
bajo el puente del barranco.
Una había verde noche
y otra de un tono más claro.
Yo pensé que el más oscuro
debía de ser el rano.
A punto de cruz bordaba
la rana hembra su nado
en el quimono que cubre
el vientre de agua del charco.
Desde el balcón del zarzal
veíala hacer el rano
con unos ojos tan fijos
como las gorras de plato.
Pero yo lo que quería
era mirarlas croando.
Y esperé a que madurase
el crepúsculo su canto
en la garganta amarilla
de un cascabel de topacios.
Yo no sé si sabes, papi,
este secreto dorado:
que cuando la tarde en fuga
pierde sus zarcillos blancos,
si el primer rayo que brilla
es de estrella, canta el rano,
y si quien canta es la rana,
es lucero el primer astro.
Esta tarde fue un lucero
quien estrenó el cielo raso,
porque la ranita verde
cantó primero que el rano.
Oyéndola se veía
en el prisma del espacio
que reflejos y sonidos
estaban ruborizados.
Y me quedé bajo el puente,
muy confuso, imaginando
que la rana y el lucero
se daban cita en el charco.
Eso es todo, papi, siento
el disgusto que te he dado.
Pero aunque tú me castigues,
yo seguiré recordando
que era el rano verde oscuro
y la rana verde claro.

Pedro García Cabrera


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362.
ATLÁNTICO



Océano que te abres lo mismo que una mano
A todos los viajeros y a todos los marinos:

Tan sólo para mí eres puño cerrado,
Para mí solamente tú no tienes caminos.

Jamás balanceará tu lomo milenario
La nave que me lleve desde esta tierra mía,
Ondulada y menuda, a las tierras que sueña
Mi juventud inmóvil y mi melancolía.

¡Ah! océano Atlántico multicolor y ancho
Cual un cielo caído entre el hueco de un mar:
Te miro como un fruto que no he de morder nunca
O como un campo rico que nunca he de espigar.

¡Ah! océano Atlántico, fiel leopardo que lames
Mis dos pies que encadenan el amor y la vida:
Haz que un día se sacien sobre tu flanco elástico
Esta ansiedad constante y este afán de partida.

Juana de Ibarbourou


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363.
EPIGRAMA



Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:

yo, porque tú eras
lo que yo más amaba,

y tú, porque yo era
el que te amaba más.

Pero de nosotros dos,
tú pierdes más que yo:

porque yo podré
amar a otras
como te amaba a ti,

pero a ti nadie te amará
como te amaba yo.


Ernesto Cardenal


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364.
MUSEO


Había un vaso de lilas pintadas,
goteantes en aquel lienzo
de la Frick Collection.
No eran las que comprara
mi madre, recién alba,
en el huerto de Cobos.
Mas olían a infancia y a pupitre,
abriendo alguna puerta
a ese país secreto, amargo y dulce.

 
Pablo García Baena


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365.

DONDE HABITE EL OLVIDO


Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda


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366.
DOS MEDITACIONES



I

Considera, alma mía, esta textura
Áspera al tacto, a la que llaman vida.
Repara en tantos hilos tan sabiamente unidos
Y en el color, sombrío pero noble,
Firme, y donde ha esparcido su resplandor el rojo.
Piensa en la tejedora; en su paciencia
Para recomenzar
Una tarea siempre inacabada.

Y odia después, si puedes.

II

Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza?
¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo?
¿Castrar al potro Dios?
ero Dios rompe el freno y continua engendrando
Magníficas criaturas,
Seres salvajes cuyos alaridos
Rompen esta campana de cristal.


Rosario Castellanos


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367.
LA LLUVIA DE LOS SUEÑOS


Escribo la palabra,
la acomodo en el sueño,
la digo, la proclamo, la desnudo,
la acuño hasta eldolor, en el silencio,
la siembro y la despierto, la comparto,
amada, hasta en ti ser camino de luz,
la llave prodigiosa de los sueños
que buscan en paz la puerta de tus labios,
el milagro que nunca me negaste.

José Mª Millares Sall


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368.
CURRÍCULUM

 

El cuento es muy sencillo
usted nace
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
el torpe escarabajo
que su zapato aplastará
valiente

usted sufre
reclama por comida
y por costumbre
por obligación
llora limpio de culpas
extenuado
hasta que el sueño lo descalifica

usted ama
se transfigura y ama
por una eternidad tan provisoria
que hasta el orgullo se le vuelve tierno
y el corazón profético
se convierte en escombros

usted aprende
y usa lo aprendido
para volverse lentamente sabio
para saber que al fin el mundo es esto
en su mejor momento una nostalgia
en su peor momento un desamparo
y siempre siempre
un lío

entonces
usted muere.

 Mario Benedetti


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369. 
 ROMANCE DEL JÚCAR
A mi primo Rosendo


Agua verde, verde, verde,
agua encantada del Júcar,
verde del pinar serrano
ue casi te vio en la cuna

—bosques de san sebastianes
en la serranía oscura,
que por el costado herido
resinas de oro rezuman—;

verde de corpiños verdes,
ojos verdes, verdes lunas,
de las colmenas, palacios
menores de la dulzura,

y verde —rubor temprano
que te asoma a las espumas—
de soñar, soñar —tan niña—
con mediterráneas nupcias.

Álamos, y cuántos álamos
se suicidan por tu culpa,
rompiendo cristales verdes
de tu verde, verde urna.

Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.

No pienses tanto en tus bodas,
no pienses, agua del Júcar,
que de tan verde te añilas,
te amoratas y te azulas.

No te pintes ya tan pronto
colores que no son tuyas.
Tus labios sabrán a sal,
tus pechos sabrán a azúcar

cuando de tan verde, verde,
¿dónde corpiños y lunas,
pinos, álamos y torres
y sueños del alto Júcar?

Gerardo Diego


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370.
ARTE POÉTICA

 

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

 
Jorge Luis Borges


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371.
POEMA 14

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

Pablo Neruda


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372.
CANTO DEL CAMINAR



...Una luz que en el aire es aire apenas
viene desde el crepúsculo y separa
la intensa sombra de los arces blancos
antes de separar dos claridades:
la del día total y la nublada luna
confundidas un instante
dentro de un rayo último difuso.
Qué importa marzo coronando almendros.
Y la noche qué importa si aún estamos
buscando un resplandor definitivo...

Claudio Rodríguez


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373.
HOMBRE PRESO QUE MIRA A SU HIJO
al "viejo" hache


Cuando era como vos me enseñaron los viejos
y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quién se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas
que la patria o la tumba era otro pleonasmo
ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos

realmente botija no sabian un corno
pobrecitos creían que libertad
era tan sólo una palabra aguda
que muerte era tan sólo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula

olvidaban poner el acento en el hombre

la culpa no era exactamente de ellos
sino de otros más duros y siniestros
y éstos sí
cómo nos ensartaron
con la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros

y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles

uno no siempre hace lo que quiere
uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos

por eso es que no puedo despeinarte el jopo
ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos

vos sabés que tuve que elegir otros juegos
y que los jugué en serio

y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías

y jugué por ejemplo a la escondida
y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre

botija aunque tengas pocos años
creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides

por eso no te oculto que me dieron picana
que casi me revientan los riñones

todas estas llagas hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre

pero también es bueno que conozcas
que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar

que tu viejo olvidó todos los números
(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos

y las calles y el color de los ojos
y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa

y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar
una cosa es morirse de dolor
y otra cosas morirse de verguenza

por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder

uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere

llorá nomás botija
son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos

gritamos berreamos moqueamos chillamos
maldecimos
porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse

llorá
pero no olvides.

Mario Benedetti


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374.
HERMANDAD

 
Homenaje a Claudio Ptolomeo
 
Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea. 


Octavio Paz


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375.
CRINES



Crines de la noche,
caballo perdido de la madrugada.
Cristales desnudos,
piel estremecida,
transparencia larga.
¡Qué escondido sueño por orillas blancas
y violento y mudo
galopar del alba!
Estanques dormidos,
caderas flexibles de la noche intacta.
Cansado desvelo,
viento desvelado,
humedad cansada.
¡Qué escondido sueño bajo orillas blancas
y que lento, inmóvil,
galopar del alba.

Josefina de la Torre
 

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376.
VIEJO LOBO DE MAR


Viejo lobo de mar, de sed sorda y violenta:
El humo de tu pipa tiene olor a tormenta.

Si relatas tus viajes ya nadie te hace caso,
porque siempre naufragas en el fondo de un vaso,

y cada travesía concluye como empieza:
en espuma de mar o espuma de cerveza.

Viejo lobo de mar: quédate en tu navío,
y escupe hacia la noche tu rencor y tu hastío.

La tierra te rechaza, viejo lobo sediento,
pues ya, como las velas, perteneces al viento;

y la mujer desnuda que adorna tu tatuaje
hoy duerme con un hombre que no se va de viaje.

El amor es un surco que florece o se cierra,
y tú, al vencer el mar, naufragaste en la tierra.

No, viejo navegante: quédate en tu navío,
y llena de humo amargo tu corazón vacío,

y esconde, en una risa de dientes incompletos,
la pesadumbre inmensa de tu vejez sin nietos.

Vuélvete a tu guarida, lobo de pelo cano,
para morir la muerte del que ha vivido en vano;

¡y córtate esa mano que no supo sembrar,
porque ya, para siempre, perteneces al mar!

José Ángel Buesa


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377.
SON COSAS CHIQUITAS


No acaban con la pobreza,
no nos sacan del subdesarrollo,
no socializan los medios 
de producción y de cambio,
no expropian cuevas de Alí Babá.
Pero quizá desencadenen
la alegría de hacer, 
y la traduzca en actos.
Al fin y al cabo,
actuar sobre la realidad y cambiarla,
aunque sea un poquito,
es la única manera  de probar
que ha de ser transformable.

 
 Eduardo Galeano


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378.
LOS HOMBRES DEL NITRATO


Yo estaba en el salitre, con los héroes oscuros,
con el que cava nieve fertilizante y fina
en la corteza dura del planeta,
y estreché con orgullo sus manos de tierra.

Ellos me dijeron: "Mira,
hermano, cómo vivimos,
aquí en «Humberstone», aquí en «Mapocho»,
en «Ricaventura», en «Paloma»,
en «Pan de Azúcar», en «Piojillo»".

Y me mostraron sus raciones
de miserables alimentos,
su piso de tierra en las casas,
el sol, el polvo, las vinchucas,
y la soledad inmensa.

Yo vi el trabajo de los derripiadores,
que dejan sumida, en el mango
de la madera de la pala,
toda la huella de sus manos.

Yo escuché una voz que venía
desde el fondo estrecho del pique,
como de un útero infernal,
y después asomar arriba
una criatura sin rostro,
una máscara polvorienta
de sudor, de sangre y de polvo.

Y ése me dijo: "Adonde vayas,
habla tú de estos tormentos,
habla tú, hermano, de tu hermano
que vive abajo, en el infierno".

 Pablo Neruda


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379.
COMO PÁJAROS PERDIDOS

 


XII
El secreto de Dios:

Acercó sus labios a mi oído
y no me dijo nada.

 Jaime Sabines


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380.
ENTRE IRSE Y QUEDARSE



Entre irse y quedarse duda el día,
enamorado de su transparencia.

La tarde circular es ya bahía:
en su quieto vaivén se mece el mundo.

Todo es visible y todo es elusivo,
todo está cerca y todo es intocable.

Los papeles, el libro, el vaso, el lápiz
reposan a la sombra de sus nombres.

Latir del tiempo que en mi sien repite
la misma terca sílaba de sangre.

La luz hace del muro indiferente
un espectral teatro de reflejos.

En el centro de un ojo me descubro;
no me mira, me miro en su mirada.

Se disipa el instante. Sin moverme,
yo me quedo y me voy: soy una pausa.

Octavio Paz


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381.
DESOLACIÓN


La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde
me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos
y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido
si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto
vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.

Y la interrogación que sube a mi garganta
al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.

Miro bajar la nieve como el polvo en la huesa;
miro crecer la niebla como el agonizante,
y por no enloquecer no encuentro los instantes,
porque la "noche larga" ahora tan solo empieza.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,
que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada
de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada.


Gabriela Mistral


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382.
BORDAS DE HIELO



Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
¡Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
¡la estrella de la tarde partirá!
Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
¡de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
¡y quien habrá partido seré yo...!

César Vallejo


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383.
LOS FUEGOS PRONUNCIADOS


Estás (estoy) aquí,
al borde mismo de la alegría,
sintiendo
cómo las ventanas se abren,
se inundan los rincones.
Estoy ahora aquí. Estás con la vida.
Con las manos bebiendo de las lluvias
como libertades presentidas.
Así te siento. Me sientes en el latido,
como fantasma,
como amor prohibido,
como arco y luz por la esquinas.
Haciendo que a revolución me suene el alma.

 
Julio Vélez


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384.
SANTORAL AGRESTE



¿Quién rompió las doradas vidrieras
del crepúsculo? ¡Oh cielo descubierto,
del montes, mares, viento, parameras
y un santoral del par en par abierto!

Tres arcángeles van por las praderas
con la Virgen marina al blanco puerto
del pescado; ayunando, entre las fieras,
se disecan los Padres del desierto.

El santo Labrador peina la tierra;
Santa Cecilia pulsa los pinares,
y el perro de San Roque, por el río,

corre tras la paloma de la sierra,
para glorificarla en los altares,
bajo la luz de este soneto mío.


Rafael Alberti


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385.
COPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE


Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
.../...
 Este mundo es el camino

para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
.../...
Los placeres y dulzores

de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.
.../...
Aquél de buenos abrigo,

amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros
pues que el mundo todo sabe
cuáles fueron.
.../...
Después de puesta la vida

tantas veces por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero:
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la muerte a llamar
a su puerta,

diciendo: "Buen caballero,
dejad el mundo engañoso
y sus halagos;
vuestro corazón de acero,
muestre su esfuerzo famoso
en este trago;
y pues de vida y salud
hicisteis tan poca cuenta
por la fama,
esfuércese la virtud
para sufrir esta afrenta
que os llama.
.../...

Así, con tal entender,

todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
¡en cual la dio en el cielo
en su gloria,
que aunque la vida perdió
dejónos harto consuelo
su memoria.


Jorge Manrique


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386.
SOBRE EL OLIVAR



Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.

Campo, campo, campo.
Entre los olivos,
los cortijos blancos.

Por un ventanal,
entró la lechuza
en la catedral.

San Cristobalón
la quiso espantar,
al ver que bebía
del velón de aceite
de Santa María.

La Virgen habló:
-Déjala que beba,
San Cristobalón.

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.

A Santa María
un ramito verde
volando traía.

Antonio Machado


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387.
UNA MUJER DESNUDA Y EN LO OSCURO



Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Mario Benedetti


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388.
LA POESÍA ES UN ATENTADO CELESTE



Yo estoy ausente pero en el fondo de esta ausencia
Hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
La espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que me han esperado muchos años
Se cansaron de esperarme y se sentaron

Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
Y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco el atroz equívoco

Angustioso lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
Y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas
Me estoy haciendo árbol
En cuantas otras cosas me he ido convirtiendo...
Es doloroso y lleno de ternura

Podría dar un grito pero se espantaría la transubstanciación

Hay que guardar silencio. Esperar en silencio.


Vicente Huidobro


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389.
RIMA LIII


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer


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390.
EL GATO, EL LAGARTO Y EL GRILLO


Ello es que hay animales muy científicos
en curarse con varios específicos,
y en conservar su construcción orgánica,
como hábiles que son en la botánica;
pues conocen las hierbas diuréticas,
catárticas, narcóticas, eméticas,
febrífugas, estípticas, prolíficas,
cefálicas también y sudoríficas.

En esto era gran práctico y teórico
un gato, pedantísimo retórico,
que hablaba en un estilo tan enfático
como el más estirado catedrático.
Yendo a caza de plantas salutíferas,
dijo a un lagarto: «¡Qué ansias tan mortíferas!
Quiero, por mis turgencias semihidrópicas,
chupar el zumo de hojas heliotrópicas...»

Atónito el lagarto con lo exótico,
de todo aquel preámbulo estrambótico,
no entendió más la frase macarrónica
que si le hablasen lengua babilónica.
Pero notó que el charlatán ridículo,
de hojas de girasol llenó el ventrículo;
y le dijo: «Ya, en fin, señor hidrópico,
he entendido lo que es zumo heliotrópico...»

¡Y no es bueno que un grillo, oyendo el diálogo,
aunque se fue en ayunas del catálogo
de términos tan raros y magníficos,
hizo del gato elogios honoríficos!
Sí; que hay quien tiene la hinchazón por mérito,
y el hablar liso y llano por demérito.

Mas ya que esos amantes de hiperbólicas
cláusulas, y metáforas diabólicas,
de retumbantes voces el depósito
apuran, aunque salga un despropósito,
caiga sobre su estilo problemático
este apólogo esdrújulo-enigmático.

Tomás de Iriarte


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391.
YESTERDAY


Es tan adorable introducirme
en su lecho, y que mi mano viajera
descanse, entre sus piernas, descuidada,
y al desenvainar la columna tersa
su cimera encarnada y jugosa
tendrá el sabor de las fresas, picante
presenciar la inesperada expresión
de su anatomía que no sabe usar,
mostrarle el sonrosado engarce
al indeciso dedo, mientras en pérfidas
y precisas dosis se le administra audacia.
Es adorable pervertir
a un muchacho, extraerle del vientre
virginal esa rugiente ternura
tan parecida al estertor final
de un agonizante, que es imposible
no irlo matando mientras eyacula.

Ana Rossetti


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392.
HAY HOMBRES QUE NUNCA PARTIRÁN


Hay hombres que nunca partirán,
y se les ve en los ojos,
pues uno recuerda sus ojos muchos años
después de que han partido.

Pueden estar lejanos,
pueden aparecer a medianoche
(si están muertos)
y jugar a que viven.
Pero siempre, con la desolación de su ausencia,
uno comprende que no han vivido en vano,
y que su esperanza
es la única esperanza digna de ser vivida.

Y los hombres que nunca partirán
suelen no aparecer en los periódicos,
no se habla de ellos en las radios,
su imagen no gesticula en la televisión:
no son gente importante,
no circulan entre las altas esferas.
Son aquellos
ue aceptaron el sufrimiento
y lo hicieron suyo para la salvación de otros hombres
sin decir una sola palabra:
pero dejaron abiertos, bien abiertos sus ojos
para que nunca los olvidemos cuando hayan partido.

Miguel Arteche


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393.
TIEMPO DE AMOR


Este tiempo de amor nunca termine.
No lo empañe el olvido con su óxido;
debe quedar intacto hasta la muerte
lo que nació inmortal como el sonido.
Este teimpo de luz alguien lo salve;
lo arranque alguien de ese precipicio
al que se aboca ya desde que alienta.
Que alguien corte la amarra y vaya suelto
del tiempo, a la deriva, hasta la playa donde
no lo fulmine el rayo a pesar suyo,
no lo desgaste el tiempo como un día.

Luis Feria


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394.
VIDA RETIRADA


¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.


Fray Luis de León

 
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395.
PARA ENTONCES


Quiero morir cuando decline el día
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni pelgarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: "Soy tuya",
aunque, sepamos bien que nos traiciona.

Manuel Gutiérrez Nájera


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396.
TRISTE FLOR


Pobre flor que mal naciste,
y que fatal fue tu suerte
que al primer paso que diste
te encontraste con la muerte.
El dejarte es cosa triste
el cortarte es cosa fuerte,
pues dejarte con la vida;
es dejarte con la muerte.

Francisco de Quevedo


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397.
SI YO FUESE DIOS


Si yo fuese Dios

y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a tí,
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir,
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreir,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de eso si estoy seguro:pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas....

(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones que existen.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.)

Ángel González


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398.
NO SÉ POR QUÉ PIENSAS TÚ



No sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
yo,
tú.

Tú eres pobre, lo soy yo;
soy de abajo, lo eres tú;
¿de dónde has sacado tú,
soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú
te olvides de quién soy yo;
caramba, si yo soy tú,
lo mismo que tú eres yo.

Pero no por eso yo
he de malquererte, tú;
si somos la misma cosa,
yo,
tú,
no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo.

Ya nos veremos yo y tú,
juntos en la misma calle,
hombro con hombro, tú y yo,
sin odios ni yo ni tú,
pero sabiendo tú y yo,
a dónde vamos yo y tú…
¡no sé por qué piensas tú,
soldado, que te odio yo!


Nicolás Guillén


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399.
TIGRE 


Tigre, tigre, que te enciendes en luz

por los bosques nocturnos
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu ardiente simetría?

¿En qué profundidades distantes,
en qué cielos prendió ese fuego
infernal de tu mirada?

¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar su llama?
¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu pecho?

Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero, también a ti te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques nocturnos
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu ardiente simetría?

William Blake


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400.

ELEGÍA


I

No fue una reina
de las Españas,
fue la alegría
de una majada.
Trece años cumple
para la Pascua
la cabrerilla
de Casablanca.
Su pobre madre
sola la manda
todas las tardes
a la majada.
Lleva ropillas,
lleva viandas
y trae jugosa
leche de cabras.
Vuelve de noche,
porque es muy larga,
porque es muy dura
la caminada
para un asnillo
que apenas anda,
¡Qué miedo lleva!
Pero lo espanta
con el sonido
de sus tonadas.
Canta con miedo,
de miedo canta.
¡Son tan profundas
las hondonadas
y tan espesas
todas las matas!...
¡Son tan horribles
las noches malas,
cuando errabundas
aullando vagan
lobas paridas
por las cañadas
con unos ojos
como las brasas!...
¡Son tan medrosas
las noches claras,
cuando en los charcos
cantan las ranas,
cuando los buhos
ocultos graznan,
cuando hacen sombra
todas las matas
y se menean
todas las ramas!...
Los viejos hombres
de la majada
la quieren mucho
porque es tan guapa,
porque es tan buena,
porque es tan sabia.
Pero a un despierto
zagal de cabras,
que cumple trece
para la Pascua,
no sé con ella
lo que le pasa,
que algunas veces,
al contemplarla,
se pone trémula
su barba pálida
y entre sus párpados
tiemblan dos lágrimas...
Nadie ha sabido
que la regala
dijes y cruces
de Alcaravaca
de bien pulido
cuerno de cabra.
Cuando ella viene
con la vianda
¡le da más gusto!...
¡Le da más ansia,
le da más pena
cuando se marcha!...
¡Como que toda
la noche pasa
llorando quedo
sobre la manta
sin que lo sepan
en la majada!

II

¡Ay, pobre madre,
cómo gritaba,
despavorida,
desmelenada!
¡Ay, los cabreros
cómo lloraban,
apostrofando,
ciegos de rabia!
¡Cómo corrían
y golpeaban
con los cayados
peñas y matas!
¡Y eran muy pocas
todas las lágrimas
que de los ojos
se derrumbaran!
¡Y eran pequeñas
todas las ansias
y las torturas
de las entrañas!
¿Quién nunca ha visto
desdicha tanta?
¡La cabrerilla
de Casablanca
por fieros lobos
¡ay! devorada!
Sangre en las peñas,
sangre en las matas,
¡la virgencita,
desbaratada!
Todo en pedazos
sobre la grava:
los huesecitos
que blanqueaban,
la cabellera
presa en las matas,
ota en mechones
y ensangrentada...
Los zapatitos,
las pobres sayas
todas revueltas
y desgarradas!...
Loca la madre,
que miedo daba
de ver los rayos
de sus miradas,
de oir los timbres
de sus palabras,
y el cabrerillo
de la majada
mudo y atónito
temiendo estaba
con los ojazos
llenos de lágrimas,
despavorido
como zorzala
de un aguilucho
presa en las garras.
¿Cómo los árboles
no se desgajan?
¿Cómo las peñas
no se quebrantan,
y no se enturbian
las fuentes claras
y no ennegrecen
las nubes blancas?
Ya vienen hombres
con unas andas,
con unos paños,
con una sábana;
los despojitos
en ella guardan
y se los llevan
a Casablanca.
Y al cabrerillo
nadie lo llama,
pero él camina
tras de las andas
mirando a todos
con la mirada
de herido pájaro
que en torno vaga
de los verdugos
que le arrebatan
el dulce nido
donde habitaba.
¡Ay, virgencita
de Casablanca!
¡Ay, cabrerillo
de la majada!

III

Su padre silba,
su padre llama,
porque el muchacho
deja las cabras
junto a las siembras
abandonadas
y en los jarales
oculto pasa
tardes enteras,
largas mañanas...
¿Qué es lo que hace?
¿Por qué se guarda?
Pues es que a solas
las horas pasa,
pule que pule,
taja que taja,
llora que llora,
ciego de lágrimas...
que dos veneras
finas prepara
de bien pulido
cuerno de cabra,
porque una noche
quiere llevarlas
al camposanto
de Casablanca...
 
 
José Mª Gabriel y Galán
 
 
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